Autor: Iñaki Barredo Ardanza
Cambio climático y movilidad
La gravedad del cambio climático y sus efectos en la vida de las personas y los ecosistemas que la ciencia lleva advirtiendo durante largo tiempo (El Panel Intergubernamental de Cambio Climático; IPCC creado en 1988, emite su primer informe en 1990) han puesto a la movilidad en un lugar todavía si cabe más preferente en la agenda estratégica de la ciudad.
Tres motivos lo explican claramente: por un lado, la pujante y dinámica realidad de la ciudad en el mundo con casi la mitad de la población mundial viviendo en ciudades y con previsiones de que esta proporción llegue al 75% en 2050. Por otro, la más que patente responsabilidad de las ciudades en las emisiones de gases de efecto invernadero; más del 50% de las emisiones energéticas se producen en el ámbito de la ciudad y, finalmente, la terca dependencia de los combustibles fósiles a los que siguen atados los sistemas de movilidad urbana actuales.
No cabe duda, que las ciudades han avanzado mucho y prácticamente no existe ciudad que se precie que no tenga un plan de movilidad sostenible que busca implementar sistemas más respetuosos con el medio ambiente, favoreciendo el transporte público y primando los medios de transporte con menores impactos ambientales incluyendo la movilidad peatonal y la bicicleta. A pesar de ello, es preciso reconocer que los pasos dados son todavía relativamente pequeños y seguimos viviendo en ciudades excesivamente congestionadas de coches y vehículos contaminantes en las que los atascos, el ruido y las pérdidas de tiempo son moneda corriente.
Movilidad inteligente
Si las ciudades quieren estar a la altura de los tiempos y ser protagonistas principales de los retos que nos toca asumir, tienen que aspirar a la neutralidad en carbono y no se pueden dejar llevar por la inercia de los acontecimientos. Las ciudades tienen que soñar con la construcción de espacios de convivencia que producen y consumen energía de fuentes renovables que en buena medida producen por sí mismas y que contribuyen de un modo positivo a la lucha contra el cambio climático y a la mitigación de sus efectos.
A nadie se le escapa que para que esta visión de ciudad verde o ciudad medioambiental sea factible, se precisan nuevos modelos de movilidad inteligente que tenemos que empezar a construir desde ahora, como ya lo están haciendo las ciudades más avanzadas del planeta (Vancouver es un buen ejemplo. http://vancouver.ca/streets-transportation/transportation-2040.aspx ): Estos nuevos sistemas inteligentes de movilidad estarán basados en la electrificación masiva para llevar la producción de energías renovable a los vehículos y aprovechar el esfuerzo que muchos países y España entre ellos están realizando en este ámbito; la estrategia europea “Europa 2020” apuesta por una contribución del 20% de este tipo de energías.
Un proceso que tendrá que ir acompañado de innovadores avances tecnológicos tanto en la propia manufactura de los vehículos, como en los sistemas de almacenamiento (baterías coste eficientes con suficiente autonomía y garantía) y la modernización de las redes de distribución de energía eléctrica; smart grids. Otro elemento clave es la incorporación de inteligencia a las infraestructuras de comunicación y a todo tipo de vehículos (bicicletas, scooters, trenes, tranvías, autobuses, vehículos privados …) para convertirlos en objetos conectados e inteligentes que comparten y suministran información en tiempo real y facilitan una gestión eficiente del parque, de la intermodalidad y de la globalidad del sistema de transportes urbano.
Tampoco podemos dejar de lado, en este nuevo paradigma de movilidad inteligente, a los nuevos modelos de transporte compartido y multimodal que pugnan con fuerza por sumarse a los tradicionales sistemas privado y público ya existentes; el car y bike sharing y más recientemente el car y bike sharing con vehículos eléctricos en muchas ciudades son buenos ejemplos; Zen Car in Brussels http://www.sustainable-mobility.org/getting-around-today/electric-and-hybrid-cars/zen-car-brussels-launches-ev-sharing-system.html; smove in Singapore http://smove.sg/
Todo esto implica inversiones ingentes en infraestructura y tecnología urbana (vías dedicadas para bicicletas, redes eléctricas inteligentes; smart grids, sistemas de abastecimiento eléctrico, tupidas redes de sensores, etc ) que exigen una gran complicidad público-privada para superar las tradicionales dificultades presupuestarias que sufren las ciudades y que en la actualidad están agravadas por la crisis económico financiera.
Modelos de negocio
Se precisan nuevos instrumentos de política de transporte y rompedores “modelos de negocio” de movilidad urbana que faciliten la financiación de las inversiones porque son capaces de acumular los beneficios públicos y privados que emanan de su implantación en la ciudad.
En este sentido, planteamos ahorros en la factura energética, mejoras en la salud de las personas, calidad del espacio urbano, menores emisiones de carbono y de gases contaminantes, etc., peajes y tarificación urbanos, impuestos ambientales, cuotas, controles de acceso, gestión de parking, y limitaciones de uso para los vehículos contaminantes en las ciudades.
Son condiciones necesarias para avanzar en esta dirección, pero sólo serán factibles en la medida que se dispone de una ciudadanía exigente, ambientalmente responsable y concienciada respecto a los impactos ambientales del modelo de transporte basado en el vehículo privado con motor de combustión.
Porque la inteligencia de la movilidad no está en los vehículos y las infraestructuras, sino en las personas.